Las tendencias nos invitan a apostar por espacios abiertos en el hogar, a eliminar barreras visuales entre cocina, salón y comedor. El hacerlo tiene probablemente mas ventajas que inconvenientes y sin embargo, en una cultura como la nuestra, no es lo habitual.
Una propuesta intermedia entre ambas opciones es apostar por una pared de cristal que mantenga abiertos los espacios visualmente, pero los aisle del ruido y el olor. Es una opción especialmente interesante tanto en pisos pequeños como en pisos grandes con una distribución muy abierta. Analizamos los pros y los contras para ti.
Ventajas:
- Creamos una separación física, pero no visual. Podemos seguir «participando» y ser conscientes de lo que ocurre en la estancia contigua.
- Evitamos que tanto ruidos como olores viajen de una habitación a otra; especialmente importante cuando cocinamos.
- Poseen una instalación limpia. No necesitarás meterte en grandes obras para lograrlo.
- Dejan pasar la luz de un espacio a otro. Una característica muy importante en espacios con pocos o mal distribuidos focos de luz natural.
- Son muy decorativos y no nos imponene ninguna limitación estética; se integran con facilidad en espacios de dinstintos estilos.
Inconvenientes:
- Restan intimidad; visualmente los espacios siempre están comunicados.
- La limpieza. No resulta cómodo limpiarlos y la suciedad se acumula con rapidez, especialmente si la pared da acceso a la cocina.
Las paredes de cristal son especialmente interesante como separador en espacios comunes, ya que amplian visualmente la estancia y permiten el paso de luz. Nos permiten seguir siendo partícipes de lo que ocurre en la otra habitación y aislarla al mismo tiempo de ruidos y olores cuando deseemos. Y todo ello lo logramos a través de una intalación limpia y no demasiado cara económicamente.
¿Os gusta la idea de separar espacios de esta manera? A mi me resulta especialmente elegante y por supuesto, luminosa.