La goma laca (shellac) es una de esas materias primas que fascinan por su origen y por lo bien que rinden en campos muy distintos: desde el acabado de muebles finos hasta el recubrimiento de caramelos. Quizá te sorprenda saber que procede de un insecto andasiático, pero, más allá de lo llamativo, lo importante es que hablamos de una resina natural versátil con propiedades que la industria aprovecha desde hace siglos.
En España se la conoce de toda la vida por su uso en ebanistería y restauración, aunque también aparece como aditivo alimentario E904 y en formulaciones cosméticas o farmacéuticas. En este recorrido vas a encontrar qué es, de dónde viene, cómo se obtiene, los tipos que existen, para qué sirve en alimentación, madera y otras aplicaciones, y, si te animas con la parte práctica, cómo aplicarla con nivel profesional y evitar los problemas más habituales.
¿Qué es la goma laca o shellac?
Aunque suene exótico, la goma laca es una resina natural secretada por insectos del grupo Kerriidae, principalmente Kerria lacca (sinónimos históricos: Laccifer lacca, Coccus laca). Esta secreción, mezclada con la savia del árbol huésped, solidifica formando una película dura y brillante que el ser humano recolecta y refina.
En el mercado se comercializa, sobre todo, en escamas secas solubles en alcohol (etílico o desnaturalizado). Disuelta, crea un barniz que destaca por su brillo cálido, gran adherencia y capacidad de formación de película. También se encuentra como soluciones listas al uso (por ejemplo, al 25%) para talleres artísticos, dorado o maquillaje profesional.
Origen, historia y cultivo
El uso del lac se remonta a textos clásicos de la India (Atharva Veda) y aparece en relatos como el Mahabharata. Desde Asia se extendió a Oriente y Occidente, donde a partir de la Baja Edad Media y, sobre todo, desde el siglo XVI, se popularizó en imitar lacas orientales y como acabado de instrumentos musicales y mobiliario.
Los insectos productores parasitan ramas de árboles como Butea monosperma, Ziziphus mauritiana o Schleichera oleosa. India es el gran productor mundial, con zonas clave en Chhattisgarh, Bihar, Bengala Occidental, Orissa o Assam; también hay producción en Tailandia, Myanmar, Sri Lanka o Pakistán. Un dato que ilustra su escala: pueden requerirse alrededor de 300.000 insectos para obtener un kilo de goma laca refinada.
Cómo se obtiene: del árbol al taller

La recolección tradicional se hace cortando ramillas recubiertas de la resina, conocida como sticklac (laca cruda). Según el momento de la cosecha, se distinguen calidades locales (ari, phunki). Después se separa la resina de las ramas, se limpia de impurezas (madera, arena, cera), se funde, se filtra y se forma en láminas o escamas que, una vez sólidas, se comercializan.
Químicamente, la goma laca contiene aproximadamente 79% de ácidos resínicos, un 12% de ésteres polibásicos, cerca del 7% de sustancias neutras (incluidos colorantes naturales) y un 2% de ésteres de alcoholes de cera. Esa composición explica su dureza, brillo, termoplasticidad y la excelente formación de película.
Formatos, colores y descerado
En tiendas especializadas verás distintas presentaciones: escamas, pellas, polvo, button-lac (en discos) o soluciones. Hay versiones con su cera natural y otras desceradas, más compatibles con ciertos acabados modernos. Los tonos van del rubio claro al ámbar, naranja o rubí rojizo, ideales para “templar” el color de maderas como caoba o cerezo.
Una variedad habitual en restauración es la Goma Laca Rubí descerada en escamas, de matiz rojizo y alto brillo. El descerado mejora transparencia y compatibilidad, especialmente si después quieres aplicar un barniz de poliuretano o un acabado al agua.
Propiedades técnicas clave
La goma laca es soluble en alcoholes inferiores y, en solución, se aplica a brocha, muñequilla o pistola. Forma una película brillante, con gran adherencia y buena resistencia mecánica a la abrasión ligera. Es termoplástica, se ablanda con calor y admite moldeado con presión.
Como recubrimiento, presenta una barrera destacada frente a vapor de agua y olores. Tiene excelentes propiedades dieléctricas, baja conductividad térmica y un coeficiente de expansión bajo, cualidades interesantes para usos eléctricos e industriales.
En cuanto a resistencia química, ofrece resistencia moderada al agua una vez bien curada, pero es sensible al alcohol (el mismo disolvente que la disuelve). Por eso, se recomienda precaución con bebidas espirituosas y fuentes de calor directo sobre superficies acabadas con shellac.
Goma laca en alimentación: E904
En la Unión Europea, la resina shellac está catalogada como el aditivo E904 (grupo de ceras). Se emplea como agente de recubrimiento y antiaglomerante para dar brillo y protección superficial a dulces, chocolates y grageas, así como en frutas confitadas o en la piel de algunos cítricos.
Ejemplos cotidianos no faltan: desde gominolas y caramelos brillantes a productos tan populares como los Conguitos. Su uso está regulado y debe declararse en la lista de ingredientes cuando forme parte del producto final.
En seguridad, la EFSA revaluó el E904 en 2017 y concluyó que su empleo es seguro en las condiciones autorizadas. Aun así, existen personas sensibles o alérgicas que pueden presentar molestias digestivas; por prudencia, algunos consejos recomiendan evitar consumir la piel de frutas tratadas, desechándola tras el lavado.
Usos no alimentarios: madera, cosmética, farmacia y más
Donde la goma laca se ha ganado su fama es en ebanistería: realza la veta, aporta un brillo profundo y se repara con facilidad. Es el corazón del pulido francés, esa técnica clásica de múltiples capas trabajadas con muñequilla hasta lograr un acabado de espejo.
En cosmética y cuidado personal aparece como aglutinante y formador de película. Históricamente se ha utilizado como laca para el cabello y, de forma tradicional, incluso para fijar bigotes rizados. En maquillaje profesional, las soluciones al 25% son útiles para sellar yesos porosos o crear efectos especiales.
En farmacia se utiliza como recubrimiento entérico para dirigir la liberación de ciertos comprimidos. En industria, se valora como aislante, barniz dieléctrico, adhesivo y cemento (papel laminado, tableros, cementos ópticos), y hasta como componente en pirotecnia para lograr verdes y azules limpios.
Curiosidad útil: la resina shellac fue durante décadas un plástico natural ampliamente empleado (discos de gramófono, marcos, cajas), al que se añadían cargas como polvo de pizarra o serrín para ajustar dureza y color.
Aviso importante: “Shellac” de uñas vs. resina de goma laca
Conviene no confundir la auténtica goma laca con los populares esmaltes de uñas “Shellac” curados con luz ultravioleta. Estos últimos son productos sintéticos o híbridos (gel + esmalte) que poco tienen que ver con la resina natural disuelta en alcohol utilizada en madera o alimentación.
Preparación de la mezcla: cortes y proporciones
Para usar escamas, se disuelven en alcohol hasta lograr un “corte” concreto. Un corte de 1 libra significa 1 libra de escamas por 1 galón de alcohol; 2 libras, el doble de resina por el mismo volumen. En métrico, puedes aproximar con 120-180 g por litro para cortes intermedios de trabajo.
Como regla general, quienes empiezan van mejor con cortes de 1 a 2 libras. Los cortes ligeros penetran bien y son fáciles de extender sin dejar marcas; los más cargados acortan tiempos porque depositan más sólido por pasada, útiles en superficies amplias si tienes buena mano.
Durabilidad de la mezcla y conservación
Una vez disuelta, la goma laca sufre cambios que afectan al tiempo de secado y dureza final. Por eso, las soluciones caseras mantienen su mejor rendimiento unas semanas a pocos meses (3-6 meses como máximo, según condiciones y pureza).
Guárdala en frasco hermético, en lugar fresco y oscuro (idealmente por debajo de 24 °C). El frío no la estropea (no te toparás con los −114 °C del etanol), pero el calor acelera la degradación. Etiqueta fecha, corte y tipo de escama para repetir resultados.
Técnicas de aplicación profesionales

Antes de aplicar, prepara la madera con lijado progresivo hasta grano 220-320 para un poro uniforme. Si va a ir pintada después, con 120-150 basta; si aplicas sobre aceite, lija antes de aceitar. Mantener la superficie limpia evita defectos.
Brocha: elige cerdas naturales de buena calidad (marta o cerda) y carga solo media cerda. Extiende en pasadas largas siguiendo la veta, a un ángulo estable, trabajando deprisa porque seca en minutos. Entre capas, espera 15-20 min desde que pierda tacto y no repases zonas que ya estén tirando.
Muñequilla (pulido francés): prepara un núcleo de algodón envuelto en lienzo fino. Arranca con cortes diluidos para las primeras capas, sube gradualmente la concentración y, en las pasadas finales, usa unas gotas de alcohol para “limpiar” la superficie. Un par de gotas de aceite de linaza en la muñequilla ayudan a deslizar, sin pasarse para no velar el brillo.
Pistola: con equipo HVLP y boquilla 1,3-1,5 mm, ajusta a 2-2,5 bar, filtra la mezcla (malla fina) y busca una viscosidad cómoda. Pulveriza a 20-25 cm, con solapes del 50% y capas muy finas. Controla temperatura (20-24 °C) y humedad (≤55%) para evitar blanqueos.
Secado, lijado entre manos y pulido
En ambiente controlado (18-22 °C y 40-50% HR), deja 30-45 minutos entre capas si aplicas películas finas. En piezas delicadas puedes apoyar con calor IR suave a distancia, sin superar unos 35 °C de temperatura superficial.
Entre manos, un pase ligero con lana de acero 0000 o papel 400-600 nivelará motas. Retira el polvo con paño atrapa-polvo. Para llevar el acabado al máximo, espera unas 72 horas y pule con compuestos finos (trípoli, diamantados) a baja-media velocidad; remata con pasta a mano.
Ventajas y limitaciones del acabado
Ventajas: brillo cálido inconfundible, reparabilidad excelente (la siguiente mano disuelve la anterior), adherencia sobre casi todo, compatibilidad como sellador con multitud de acabados, secado muy rápido y un toque natural que no plastifica la madera.
Limitaciones: sensibilidad al alcohol y calor, vida útil limitada de la mezcla, y cierta vulnerabilidad al agua estancada prolongada. Para contrarrestar, muchos profesionales la usan como capa selladora bajo sistemas modernos cuando se requiere máxima resistencia química.
Seguridad y manejo responsable
La resina es inocua, pero el disolvente es altamente inflamable. Trabaja ventilado, aleja llamas y chispas, y usa protección respiratoria si pulverizas o lijas polvo fino. Mantén el material fuera del alcance de niños y mascotas.
Los trapos con alcohol se deben extender para que ventilen por completo sobre superficies no combustibles o empaparlos en agua antes de desechar. En lijados, ponte mascarilla adecuada (P2/P3) porque el polvo fino es un riesgo infravalorado en carpintería.
Problemas comunes y cómo resolverlos
Burbujas o cráteres: suelen aparecer por agitar en exceso, contaminación con siliconas o aceites o por aplicación demasiado rápida. Deja reposar la mezcla un par de horas, limpia la superficie con alcohol isopropílico al 70% y trabaja más despacio; si persiste, filtra la solución y valora un aditivo reológico específico.
Acumulaciones o marcas: exceso de carga, tiempos de secado cortos o concentración irregular. Nivela con lija fina o lana 0000, aplica una mano “de lavado” muy diluida y reconstruye con pasadas finas manteniendo un borde húmedo continuo.
Nombres, sinónimos y clasificación
Además de “goma laca” y “shellac”, verás denominaciones como goma laca blanqueada, resina laca, goma de palo laca o “shellac blanqueado”. En alimentación, responde al nombre oficial E904 o INS-904/SIN-904 según normativas.
En toxicidad, distintas fuentes la sitúan como baja a media en función del contexto y uso; la FDA la considera GRAS para ciertos usos, y la EFSA ha avalado su seguridad en alimentos en las condiciones autorizadas. Las alergias son poco frecuentes, pero existen casos descritos.
Campos menos conocidos de aplicación
Más allá de la madera y la alimentación, la goma laca aparece en tintas litográficas y resistentes al agua, en recubrimientos de cuero y papel, como sellador en daños por humo gracias a su barrera de olores, y hasta en relojería por su baja temperatura de fusión para ajustar piedras.
En odontología puede emplearse en cubetas de impresión, en ciclismo clásico como adhesivo de neumáticos tubulares y revestimiento de cintas, y en restauración de plumas estilográficas para volver a colocar sacos de tinta. Su versatilidad es difícil de igualar.
¿De qué depende la calidad?

La calidad está condicionada por el árbol huésped (mejores resultados con géneros como Croton y Ficus), el momento de recolección y el proceso de purificación. Las resinas más claras se asocian a refinados más intensos (incluso blanqueo), que mejoran neutralidad de color a costa, a veces, de ligera merma de resistencia UV a largo plazo.
En términos prácticos: decide si necesitas transparencia máxima (rubia o blanca para no alterar maderas claras) o si buscas “calor” (naranja/ámbar/rubí) para potenciar vetas y profundizar tonos en nogales, cerezos o caobas.
No es casualidad que, pese a los acabados sintéticos, la goma laca mantenga su nicho. Su combinación de brillo cálido, facilidad de reparación, sellado eficaz y origen natural encaja en restauración histórica, instrumentos musicales, confitería y aplicaciones técnicas donde se valora su comportamiento como barrera y formador de película.