Alberto Pinto, que falleció hace unos meses a los 69 años, ha sido uno de los diseñadores de interiores más célebres de la segunda mitad del siglo XX, cuyo estudio con sede en París empleaba hasta 80 colaboradores y otros numerosos artesanos que trabajaban en la realización de sus proyectos. Su estilo inclasificable se ha definido en ocasiones como eclecticismo opulento, comparando su creatividad con la forma de una orquídea: Simple pero sofisticada, refinada y majestuosa.
En sus interiores prima el comfort, la combinación de mobiliario clásico y moderno y los objetos imbuidos por el espíritu de culturas muy diversas; su grandeza como interiorista estaba en el arte de lo invisible: Optaba por crear «escenas» que resultaran sorprendentes al visitante pero naturales en sus habitantes, estudiando su singularidad y necesidades sin influenciar con sus códigos personales; en última instancia sólo contaba el disfrute en el tiempo una vez finalizado el proyecto y el modo en que se ocupaba y se vivía el espacio.
Uno de sus proyectos más famosos es un apartamento en la playa de Ipanema en Río de Janeiro, donde desarrolló una mezcla de tropicalismo y modernismo utilizando maderas nobles y lacas, fondos blancos y destellos de color, llegando a diseñar personalmente algunos de los muebles. En 2010 se animó a desarrollar su propia firma «Pinto Paris» para producir y comercializar varias colecciones de mobiliario, accesorios y objetos de menaje que habían sido creados para antiguos clientes y se solicitaban con gran demanda.
Sus referencias orientalistas se han visto expresadas en muchos de sus interiores: Criado entre París y Casablanca, el contraste de ambos Mediterráneos conforma en gran parte su experiencia estética. Texturas marroquíes, símbolos bizantinos y colores de la India pueblan algunas de sus decoraciones con acabados realmente virtuosistas.
Pinto también se hizo muy conocido por diseñar los interiores de algunos yates y jets privados, siendo incluso contratado por la empresa Airbus para decorar el modelo ACJ319, del que podemos apreciar parte del restaurante y la zona de relax, donde la homogeneidad de los tapizados y las mesas se dinamizan con una moqueta estampada inspirada en las terminales de los aeropuertos.
Existen varias publicaciones dedicadas a su iconografía decorativa y algunas de sus virtudes estilísticas, siendo considerado desde hace décadas el paradigma del perfecto anfitrión en todo tipo de eventos por su exquisito gusto en el arte de vestir la mesa. Un claro ejemplo de la conexión entre arte, interiorismo y alegría de vivir que llena toda su obra.
Más información – Eclecticismo para todos
Fuentes – Architectural Digest, Antioquia Interiorismo, Loveisspeed, Luxury pulse, Paper blog, Barnes&Noble
me encanta el dormitorio de la ventana grande