Estamos acostumbrados a ver durante toda nuestra vida las sillas de resina monoblock, las típicas de bares y terrazas al aire libre de todo el mundo.
Sam Durant ofrece su propia versión de este icono de exteriores, posiblemente la pieza de mobiliario más barata y universal que existe, redefiniendo su concepto para darle el valor estético que nunca tuvo.
En total son nueve sillas, todas diferentes y fabricadas por artesanos chinos. Reflexionando sobre diseño, consumismo y mundialización, el artista se cuestiona sobre el «Made in China», no siempre sinónimo de baja calidad, como evidencian las obras maestras del arte de la cerámica de tradición oriental. Aunque sea esta vez para cambiarle la cara a un objeto tan democrático.