Las casas de estilo rústico situadas en las islas que salpican el mediterráneo, suelen tener por norma general, mucho encanto. Asi ocurre con esta casa ibicenca con mas de 400 años de historia, muros de piedra encalados y techos cubiertos por grandes vigas de madera.
Dos neoyorquinos han sido los responsables de darle vida a esta casa rodeada de cactus y olivos. Se conservaron las paredes encaladas y los maravillosos techos, y se apostó por piezas únicas que representaran la Ibiza tradicional, la rural, para decorar cada uno de los espacios de esta gran casa.
Siendo una construcción protegida, pocos cambios importantes pudieron hacer los nuevos propietarios en esta propiedad. Los mayores cambios los sufrió la cocina; el resto de habitaciones, salón, baño y tres dormitorios, fueron redecoradas con piezas únicas, muchas de ellas creadas en exclusiva para este proyecto.
El entorno y la arquitectura de esta casa ibicenca invitan a apostar por ese ambiente rústico y natural por el que se han decantado sus propietarios. Del salón me encanta el tronco de palmera tallado, diseño de Pietro Cueva, que sirve como mesa auxiliar. También la lámpara en mimbre y el escritorio de madera y metal que se percibe al fondo de la estancia.
Los dormitorios invitan al descanso. Entre los muros originales de piedra de la vivienda, encontramos alfombras y mantas de lana marroquíes, sillas de ratán, taburete de madera vintage y lámparas con pantalla recubierta de rafia. Materiales naturales que aportan calidez al conjunto.
El despacho me tiene por su sencillez cautivada, al igual que el comedor, que presenta una curiosa mezcla de muebles: mesa y bol de cerámica comprados en Bali, sillas de terciopelo de los años 50 y lámpara de cristal. Y ¿que me decís del patio delantero totalmente empedrado con muebles azules? Un espacio perfecto para disfrutar de todas las horas del día.
Imágenes: AD