Si bien el término ‘pérgola’ se utiliza de forma general para designar un armazón formado por columnas o pilares que soportan un techo de vigas transversales, hoy serémos fiel a la definición de la RAE que no se centra tanto en el armazón como en su cometido, sostener plantas.
Las pérgolas tradicionales son aquellas sobre las que trepan glicinias, buganvillas, jazmines, rosas y/o bignonias, entre otras plantas. Plantas trepadoras que además de dar color a nuestro jardín, nos proporcionan la sombra necesaria para convertir la pérgola en un oasis los días mas cálidos del verano.
Las pérgolas amplían la superficie útil de nuestro hogar. Si las adosamos a la vivienda pueden convertirse en un estupendo salón o comedor del que disfrutar durante los meses de verano. Al estar semicubierto nos permitirá disfrutar, siempre protegidos del sol, de comidas y momentos de relax al aire libre.
Las pérgolas hacen los espacios exteriores mas prácticos. Si acostumbras a organizar fiestas o a reunir a familia y amigos en tu casa, un espacio como estos te será de gran utilidad. Una vez que las plantas hayan cubierto o semicubierto el techo, no necesitarás sombrillas ni tenderetes improvisados en tales ocasiones.
Dependiendo del material utilizado para su construcción, obtendrás resultados muy diferentes. Unas columnas de piedra, aportarán un aire señorial y clásico a tu jardín, mientras que unas de madera reforzarán su carácter rústico. También puedes apostar por el metal para lograr un aire mas actual y moderno.
Al igual que los materiales, las plantas son también importantes a la hora de definir su estilo. Las rosa son elegantes, las buganvillas mediterráneas, las glicinias rústicas y el jazmín o las clemátides silvestres. Todas ellas aportarán color a este espacio y frescura a medida que vayan cubriéndolo. También son trepadoras las hiedras, peor seria una pena renunciar al color, ¿no creeis?